sábado, 10 de marzo de 2007

La Guerra Paraguaya terminó. Y ahora que sigue?

"The Paraguayan War Is Over. ¿What Next?"

Estamos por dudar de que exista el Paraguay, descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contacto hay que librarse.

Carta de Sarmiento a Mitre de 1872


George G. Petre, ministro británico en la Argentina, escribió que la población del Paraguay fue "reducida de cerca de un millón de personas bajo el gobierno de Solano López a no más de trescientas mil, de las cuales más de las tres cuartas parte eran mujeres".

Según Harris Gaylord Warren en Paraguay and the Triple Alliance, the post war decade, 1869-1878, lo más cercano a una cifra correcta ronda los doscientos cincuenta mil muertos.

No existe acuerdo historiográfíco respecto a sus causas: los revisionistas sostienen como factor causal de la guerra la presión de la diplomacia británica para que Solano López abriera su economía, que llevó al ministro británico en Buenos Aires y Asunción, Edward Thornton a dar luz verde a la política mitrista contra López.

Para la escuela liberal el régimen paraguayo representaba la violación de la libre navegación de los ríos, y presentan a Solano López como un tirano expansionista. Otros liberales culpan del comienzo del enfrentamiento al expansionismo brasileño.

José María Rosa subraya el interés del ministro Thornton en los siguientes términos: "Si Thornton empujó a la guerra, no quisieron los ingleses que ésta llegase al extremo de la hecatombe. Una expedición bélica que destruyese las fortificaciones de Humaitá, los Altos Hornos de Ibicuy, la fundición de Asunción, estableciese un gobierno democrático y abriese Paraguay a las mercaderías de Manchester y al capitalismo británico, bastaba a su propósito."

"Cuando las cosas se extremaron en 1867, los diplomáticos ingleses quisieron llegar a una paz honrosa con el exilio de Francisco Solano y los correspondientes tratados de amistad, comercio y navegación con Inglaterra. Solano López se negó a salvarse a ese precio... El Paraguay de López era un escándalo en América: un país bastándose a sí mismo, que nada traía de Inglaterra y se permitía detener a los hijos de ingleses con el pretexto de infligir las leyes del país, debía necesaria y urgentemente ponerse a la altura de la Argentina de Mitre."

El embajador británico Edgard Thornton transmitía a su cancillería el 6 de septiembre de 1864: "Paraguay cierra los ríos a nuestra navegación, no quiere nuestros empréstitos, no se interesa por nuestros tejidas y, lo que es peor aún, la mayoría de los paraguayos ignoran el poderío inglés y están convencidos de que el país más poderoso del mundo, y el más feliz, es el de ellos".

Tulio Halperín Donghi señala la íntima vinculación entre la necesidad mitrista de estabilidad y concordia interior y su rol en la guerra de la Triple Alianza: "La victoria liberal de 1861 –dice– como la rosista de veinte años antes, sólo puede consolidarse a través de conflictos externos... Los autonomistas urgen a Mitre a que lleve a la Argentina a la guerra, al lado del Brasil, confiando en que, al lanzar a la Nación a una empresa inequívocamente facciosa, obligarán a Urquiza a salir de esa pasiva lealtad que lo ha caracterizado luego de Pavón". Pelham Horton Box, en el libro ya citado, asegura la existencia de un "plan ideado por el General Mitre de reconstruir el antiguo Virreynato de Buenos Aires bajo la denominación de Estados Unidos del Río de la Plata".

El 12 de noviembre de 1864, quizá con el acuerdo verbal de Urquiza prestándole su apoyo, Solano López empezó las hostilidades, apresando un vapor brasileño, el Marqués de Olinda, que llevaba al Presidente del Mato Grosso y materiales de guerra para reforzar las defensas del Alto Paraguay. El Vizconde de Río Branco, José María Paranhos, llegó a Buenos Aires el 2 de diciembre y tentó a Mitre ofreciéndole el mando supremo de la Guerra contra el Paraguay. Obtuvo del presidente que la Isla Martín García sirviese de base de operaciones navales brasileña, pero Mitre en esa instancia optó por mantener una curiosa política de "neutralidad".

Con Urquiza el Imperio del Brasil utilizó la luego famosa "diplomacia del patacón": mientras se generaban diversas presiones desde Asunción y Paraná para forzar su intervención a favor del Paraguay, Urquiza estaba demasiado atareado en un negocio de venta de treinta mil caballos de su propiedad a Manuel de Osorio, jefe de la caballería imperial quien, por expresa orden de Paranhos, los adquiría al altísimo precio de trece patacones cada uno.

Pandía Calógeras comenta el olvido de Urquiza del ataque a Paysandú y las viejas promesas a Solano López a cambio de sus caballos: "Nao existía em Urquiza o estofo de um homem de Estado nao passava de um condottiere, permaneceu inativo por tanto. De fato, assimm ele traía a todos. Cuida ao Brasil o tornar inofensivo. Urquiza, embora inmensamente rico tinha pela fortuna amor inmoderado: o General Osorio, o futuro Marques de Erval conhecialhe o fraco e deliberou servir déle".

Urquiza solicitó a Mitre el 29 de diciembre de 1864 la autorización para que el ejército paraguayo pudiese cruzar el territorio de Misiones dirigiéndose a la Banda Oriental, según había convenido con Solano López. Mitre le negó el permiso el 9 de enero, argumentando su posición de neutralidad.

Extraña neutralidad: permitían el tránsito fluvial a las tropas brasileñas pero le negaban el terrestre a las paraguayas.

La neutralidad mitrista aparece reflejada en las instrucciones del canciller Elizalde al gobernador de Corrientes, Manuel Lagraña, el 20 de diciembre de 1864: "La cuestión ha de concluir trágicamente para el gobierno de Montevideo y el de Paraguay, y antes de poco tiempo... Los agentes del Brasil en ésa pueden necesiten enviar algunos oficios a sus superiores en ésta. Les ruego los dirija a mi nombre por expreso, sin pérdida de momento. Si hay algo urgente disponga Ud. al Espigador (buque argentino). Los agentes quedan prevenidos de acudir a Ud.".

En las instrucciones del propio Mitre al gobernador Lagraña se le sugiere censurar a la prensa: "Han llegado –escribió Mitre– hasta mí noticias que en esa ciudad se ha establecido un periódico (El Independiente, de Juan José Soto) cuya tendencia es la de justificar y ganarle prosélitos al Presidente López del Paraguay en la lucha que parece va a empeñarse con el Brasil en defensa del Partido Blanco de Montevideo... Creo que esta prédica opuesta a nuestros intereses, a nuestra actualidad, ha de despertar el celo de nuestros enemigos en Corrientes. Para que no logren aquellos extraviar la opinión conviene mucho que V. por su parte haga todo lo posible en ese sentido, pues no es justo ni político que en nuestro propio país se alcen alabanzas y se trate de bonificar una administración como la del Paraguay".

Los sesgados motivos de la guerra contra el Paraguay hicieron que fuera difícil reclutar soldados voluntarios. En el caso del interior, esto fue aún peor: se dieron numerosos casos de deserciones, tales como la sublevación, en noviembre de 1866, de un contingente completo acantonado en Mendoza con el objetivo de reponer las bajas causadas en Curupaity; un episodio similar ocurrió en Entre Ríos, con el desbande de ocho mil soldados de caballería reunidos por Urquiza.

Emilio Mitre, encargado de un contingente en Córdoba, escribió el 12 de julio de 1865 que enviaba a "los voluntarios atados codo con codo". A su vez el gobernador riojano Campos, impuesto luego del asesinato de Peñaloza, le decía el 12 de mayo al Presidente Mitre: "Es muy difícil sacar hombres de la provincia en contingentes para el Litoral, porque es tal el pánico que les inspira el contingente que a la sola noticia de que iba a sacarse se han ganado a las sierras y no será chica la hazaña si consigo que salgan". Voluntarios de Córdoba y Salta se sublevaban al llegar a Rosario ni bien les quitaban las maneas que los tenían controlados.

El gobernador Maubecin, de Catamarca, encargó doscientos pares de grillos para el contingente de su provincia.

López Jordán escribió a Urquiza contándole las causas de la rebeldía: "Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, General; ése es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileros. Estamos prontos. Esos son nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero sentimiento entrerriano".

El 13 de abril tuvo lugar la captura de dos buques argentinos por parte de cinco navíos de guerra paraguayos. El episodio no generó resistencias en la ciudad de Corrientes, que fue ocupada con tranquilidad por las fuerzas de Solano López.

Los correntinos no consideraban a los paraguayos como invasores. Con el consentimiento conjunto del consejo municipal correntino y del jefe de las fuerzas invasoras, se nombró a tres vecinos de Corrientes para administrar la zona ocupada.

El 1 de mayo de 1865 Mitre firmó con el Brasil el Tratado Secreto de la Triple Alianza. Los objetivos de guerra eran los siguientes: quitarle a Paraguay la soberanía de sus ríos, repartir el territorio en litigio o exclusivamente paraguayo entre Argentina y Brasil, no detener la guerra hasta la caída de López. Se firmó un protocolo, también secreto, que establecía: demoler las fortificaciones de Humaitá, desarmar al Paraguay y repartir las armas y elementos de guerra entre los aliados, y repartir los trofeos y botines que se obtuvieran en territorio paraguayo.

El 16 de abril de 1866, en el segundo año de la guerra, Mitre al mando de un ejército de 60.000 hombres cruzó el Paraná por el Paso de la Patria y se dirigió al fuerte de Humaitá.

El 2 de mayo los paraguayos simularon una defensa de Estero Bellaco, seguida de un repliegue estratégico. Mitre ordenó la persecución y ocupó la loma de Tuyutí, donde quedó rodeado por el enemigo. El 24 de mayo los paraguayos lanzaron su ataque: el combate dejó 14.000 muertos paraguayos y 4.000 bajas aliadas.

Ante el curso desfavorable de la guerra, López se decidió a capitular y entrevistó a Mitre en Yataití-Corá el 12 de septiembre, sin llegar a ningún acuerdo. Mitre resolvió entonces el asalto a la fortaleza de Curupaytí para el día 22. Quedaron en el campo de batalla más de diez mil soldados aliados, mientras los paraguayos sufrieron menos de cien bajas.

Hasta noviembre de 1867 hubo un extenso período de inmovilidad en la guerra. El 3 de noviembre Mitre sufrió otra gran derrota en Tuyú Cué, donde 8.000 paraguayos derrotaron a 50.000 aliados.

Los brasileños instaron a Mitre a volver a Buenos Aires. Sin Mitre, las fuerzas imperiales forzaron el paso de Humaitá, lograron entrar en Asunción y derrotaron a López en Cerro Cora, el 1 de marzo de 1870.

Para Alberdi, la Guerra contra el Paraguay fue una continuación de las guerras civiles argentinas. El autor de la Constitución lanzó duras críticas al Tratado de la Triple Alianza: "Dice el artículo 7 –escribió Alberdi– que la guerra es hecha contra el gobierno actual y no contra el pueblo del Paraguay; pero no es el General Solano López, sino el Paraguay, quien deberá pagar los cien millones de pesos fuertes que los aliados harán sufragar a ese país por los gastos y perjuicios de la guerra. (...) La guerra es hecha en nombre de la civilización, y tiene por mira la redención del Paraguay, según dicen los aliados, pero el artículo 3 del protocolo admite que el Paraguay, por vía de redención sin duda, puede ser saqueado y devastado, a cuyo fin da la regla en que debe ser distribuido el botín, es decir, la propiedad privada pillada al enemigo. Y éste es un tratado que pretende organizar una cruzada de civilización, el que consagra este principio!!".

En un estudio sobre la cobertura de la Guerra de la Triple Alianza por el Times de Londres, Juan Carlos Herken Krauer señala que "hubo más de ciento cincuenta artículos, editoriales y reproducciones de documentos entre 1864 y 1870".

En su edición del 3 de septiembre de 1864, a pesar de las "intranquilizantes noticias" acerca de la intervención de tropas brasileñas en el conflicto uruguayo, y de los preparativos del General Mitre, The Times mantenía aún su visión de entusiasmo con respecto a la región: "La República del Paraguay –publicó– bajo la influencia de la paz y la administración del presidente López, continúa progresando con una rapidez maravillosa... las industrias de todo tipo están yendo hacia adelante... Estamos en condiciones de asegurar que la situación del país (Argentina) está mejorando rápidamente y que desde un punto de vista político, social e industrial, la República está efectuando considerables avances de progreso... Los ciudadanos ingleses ya no están limitados a la provincia de Buenos Aires, sino que se están estableciendo en Santa Fe y Entre Ríos...".

El 16 de junio, cita Herken Krauer, se publicó el primer despacho de un corresponsal propio "desde el teatro de operaciones en el Río Paraná": "Explicar la rationale de la política sudamericana está más allá de mis propias fuerzas como lo ha estado de todas las personas con las que he conversado durante mis años de residencia en esta parte del mundo.

"Especulaciones y profecías son aquí costumbre como lo son con ustedes en Inglaterra, sino más... Algunos predicen que las fuerzas conjuntas brasileñas y argentinas liquidarán muy pronto a López y los paraguayos, como fue pronosticado en la proclama de Mitre... Por razones que por el momento considero imposibles de ser anotadas –rechazando no obstante todo status entre los adivinos sobre los que acabo de escribir– lamento tener que decir que esta guerra no terminará rápida o satisfactoriamente."


A la hora de analizar las perspectivas de Brasil, publicó el Times: "El sentimiento en Río es, sin embargo, que este país es tan intrínsecamente rico que una deuda externa tres veces mayor a la presente puede ser soportada sin presiones. (...) Es suficiente decir que los territorios afectados por esta guerra están entre los mejores del mundo y que el éxito del Brasil daría a los mismos paz y prosperidad, y los abriría completamente a las empresas de otras naciones".

Un extenso artículo publicado el 4 de junio de 1867 en The Times comenzó a señalar la creciente preocupación británica por el despilfarro financiero: "Desde entonces (invasión aliada al Paraguay) ha transcurrido ya un año y en el mes de abril los aliados estaban en posesión de solamente treinta millas cuadradas de suelo paraguayo, por los que, se dice, el Imperio del Brasil está pagando unas doscientas mil libras por día".

El 30 de abril de 1868 The Times volvió a editorializar sobre el asunto: "Las pérdidas del Brasil y sus aliados, tanto en hombres como en dinero, exceden todos los recursos de este vasto pero desorganizado y mas que medio quebrado Imperio... Nosotros no sabemos cuánto más bajo deben caer los fondos del Imperio, cuánto más alto debe subir el precio del oro antes de que el partido de la guerra en Río de Janeiro sea convencido de que ya ha tenido suficiente".

Según la investigación de Herken Krauer, La Gazette de Frunce, en su edición del 25 de marzo del mismo año, publicó un extenso artículo que comenzaba en la primera plana acusando directamente a The Times de informar de acuerdo a los intereses financieros ingleses.

El 6 de octubre de 1868 The Times informó: "Se ha anunciado que la guerra costó a los aliados 66.888.000 libras y 189.840 hombres, siendo la parte brasileña la mayor, con 56 millones de libras y 168.000 hombres. En Montevideo, mientras tanto, la situación permanece tensa debido a las dificultades financieras y a la ruptura entre el gobierno y el Banco Mauá".

Al terminar la guerra, The Times publicó: "La guerra ha significado un costo de 35.000 libras esterlinas por día, y cien hombres por día. Ha costado a la Argentina cerca de seis mil libras y doce hombres por día, y a Montevideo cerca de ochocientas libras y dos hombres por día. Brasil, en 56 meses, ha perdido 56.280.000 libras y 168.000 hombres. Argentina, en 52 meses, ha perdido 9.3260.000 libras y 18.720 hombres. Montevideo perdió 248.000 libras y 3.120 personas. Las heridas conferidas al Brasil serán difícilmente recuperadas en el presente siglo, mientras que las causadas a Buenos Aires y Montevideo podrían ser recuperadas en el presente siglo, pero el golpe al Paraguay ha sido final y destructivo... Los aliados le han dado libertad pero el país, que alguna vez floreció como el Happy Valley of Rasselas, es ahora un lugar de increíble desolación. Las prospectivas del Río de la Plata son enigmáticas. Bonos en Buenos Aires han declinado sostenidamente, en lugar de haber ido para arriba en un 5 o un 10 por ciento, como podía haberse esperado luego de la terminación de la guerra. En Montevideo los asuntos lucen aún menos promisorios y el papel moneda ha caído hoy en un uno por ciento.

Al mismo tiempo, escuchamos el retumbar de un trueno a la distancia, anunciando una tormenta, porque nuestro comercio se desenvuelve en condiciones insatisfactorias y cargadas con desastrosas predicciones. The paraguayan war is over. ¿What next?


Extraído del libro “ARGENTINOS, Tomo 1” de Jorge Lanata